jueves, 14 de abril de 2011

Notar su respiración al oido.

Ahí está, como cada día a la misma hora. Camina despacio, pausadamente, con las manos metidas en los bolsillos de sus desgastados vaqueros. El pelo rubio, como no, despeinado, de manera desenfadada, juvenil, como el es. Se me escapa una tímida sonrisa y escondo mi rostro en el cuello de la cazadora vaquera. Nuestras miradas se topan, unos brillantes ojos verdes hacen que mi corazón palpite desbocado. De manera irremediable aparta de pronto su mirada de la mía. Aunque yo no aparto la mía de él, su rostro como tallado en mármol brilla con la luz del sol, se muerde el labio, sigue caminando, despacio, suspiro, mientras que mi corazón cabalga salvaje, enamorado

1 comentario: